Los calendarios de bolsillo ya prácticamente ni se utilizan. Es otro de esos artículos que está desapareciendo con la llegada de smartphones. De hecho, para hacerme con algunos este año me ha costado bastante, ya casi ningún comercio los edita (cuando antes era uno de esos pequeños pero bonitos detalles navideños que siempre te daban en las tiendas de barrio, con tus compras). Cuando le comenté a un amigo que si quería algunos, me dijo que con su teléfono tenía suficiente, que ya no necesitaba otras cosas (curiosamente, las amigas a las que les pregunté lo mismo todas me dijeron que sí y quedaron bastante agradecidas).
La verdad es que yo sí lo utilizo, y aunque también es cierto que consulto el calendario en el móvil, lo uno no quita a lo otro y son perfectamente compatibles. En primer lugar, porque me gusta poder consultarlo cuando quiera sin encender ninguna "pantallita". En segundo lugar, porque lo uso de marcapáginas en la agenda. Es cierto que la agenda ya tiene un calendario incorporado, pero mientras estás escribiendo es más cómodo poder coger el calendario de bolsillo y mirar cualquier cosa, en lugar de voltear las páginas de la agenda hasta el principio.
Pero este año me ha sorprendido muy gratamente uno de los que me han regalado. Y es que tiene detalles que no se ven habitualmente. Se trata de un calendario de bolsillo de los Jesuitas, en concreto de una de las Casas de Ejercicios Espirituales de esta congregación. El calendario tiene dos bonitos detalles: uno, tiene marcados los tres periodos litúrgicos del año -Año Litúrgico o Ciclo Litúrgico- (Adviento, Navidad y Cuaresma, además del ciclo o tiempo ordinario). Pero lo que me ha encantado es otra cosa, muy valiosa para mí: la semana empieza los domingos. Casi ningún calendario lo tiene así.
Tengo que decir que cuando te dan esa opción (por ejemplo, muchos calendarios de móviles y smartphones te permiten personalizar el inicio de semana, y puedes ponerlo en domingo en lugar de en lunes) yo siempre la elijo, porque me gusta mucho más. El primer día de la semana es el día de la resurrección de Nuestro Señor, y por eso para los cristianos es tan importante. No es el último día (como en los calendarios civiles se ha impuesto), sino que es el primero. El último día (cuando Dios descansó de la Creación) fue -y es- el sábado.
Así, los domingos (festivos, en rojo), están primero, y la semana abre siempre con el Día del Señor. Es un fantástico detalle en el que se han fijado los ignacianos para diseñar su calendario, y me parece fenomenal.
Por cierto, otros dos de los detalles estupendos de este bellísimo calendario es que, encabezando el calendario, en lugar de poner el tradicional número de año, ellos ponen: "Año del Señor 2017". Es una herencia de la liturgia medieval, y no he visto ningún otro calendario así en los últimos tiempos (dudo que se hagan muchos, dada la secularización de la sociedad y el empeño en querer desterrar todo lo que suene a cristiano o religioso de nuestras vidas, o se salga de las iglesias y monasterios).
Y el último detalle es, cómo no, el mensaje y la imagen. La imagen son unas manos que abrazan a una persona, llena de fuerza, colorido y vigor. Es una representación del cuidado de Dios, que nada ocurre sin que Él lo sepa, y que todos nuestros desvelos están ante sus ojos. Y el mensaje, cómo no, sublime. De los Ejercicios Espirituales de San Ignacio:
No hay otro motivo, sentido o destino en esta vida.
| Redacción: Bianamaran