Cuenta una fábula que cierta mosca inexperta codiciaba un plato con miel que había cerca de ella. Y le dijo a la mosca adulta que tenía a su lado: "¿Por qué no vamos a comer un poco de esa rica miel? Podríamos adueñarnos de todo el plato".
Pero la mosca con más experiencia le respondió a su joven compañera: "No, eso es peligroso. Si tú vas a comer de la miel del plato pronto quedarás allí pegada. No vas a ser la dueña del plato, sino que el plato se adueñara de ti". Pero la joven mosquita no tomó en cuenta el buen consejo, y al instante quedó atrapada y muerta en medio de la codiciada miel.
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Nada te turbe
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámalo cual merece
Bondad inmensa;
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
Id, dichas vanas;
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.
Santa Teresa de Jesús, carmelita
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámalo cual merece
Bondad inmensa;
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
Id, dichas vanas;
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.
Santa Teresa de Jesús, carmelita
No voy de la gloria en pos
No voy de la gloria en pos
ni torpe ambición me afana,
y al nacer, cada mañana,
tan sólo le pido a Dios:
casa limpia en que albergar,
pan tierno para comer,
un libro para leer
y un Cristo para rezar.
Que el que se agita y afana
nada encuentra que le llene,
y el que menos necesita,
tiene más, que el que más tiene.
Quiero gozar sin pasión,
esperar sin ansiedad
sufrir con resignación
morir con tranquilidad,
viví como un peregrino,
que, olvidando sus dolores,
pasó cogiendo las flores
de los lados del camino;
cantando he dejado atrás
la vida que recorrí;
pedí poco y tuve más
de lo poco que pedí;
que si nadie me envidió
en el mundo necio y loco,
en ese mundo tampoco
he envidiado a nadie yo.
He resuelto no correr
tras un bien que no me calma;
llevo un tesoro en el alma
que no lo quiero perder,
y lo guardo porque espero
que he de morir confiado
en que se lo llevo entero
al Señor, que me lo ha dado.
J. M. Peman. "La vida sencilla".
ni torpe ambición me afana,
y al nacer, cada mañana,
tan sólo le pido a Dios:
casa limpia en que albergar,
pan tierno para comer,
un libro para leer
y un Cristo para rezar.
Que el que se agita y afana
nada encuentra que le llene,
y el que menos necesita,
tiene más, que el que más tiene.
Quiero gozar sin pasión,
esperar sin ansiedad
sufrir con resignación
morir con tranquilidad,
viví como un peregrino,
que, olvidando sus dolores,
pasó cogiendo las flores
de los lados del camino;
cantando he dejado atrás
la vida que recorrí;
pedí poco y tuve más
de lo poco que pedí;
que si nadie me envidió
en el mundo necio y loco,
en ese mundo tampoco
he envidiado a nadie yo.
He resuelto no correr
tras un bien que no me calma;
llevo un tesoro en el alma
que no lo quiero perder,
y lo guardo porque espero
que he de morir confiado
en que se lo llevo entero
al Señor, que me lo ha dado.
J. M. Peman. "La vida sencilla".
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